Son muchos los negocios en México que se fundaron y se desarrollaron siendo negocios independientes, es decir, no formaban parte de ninguna cadena, red comercial y menos aún franquicias. Algunos de ellos, años después de su nacimiento, crecieron de manera exitosa, pero recuerdo haber leído que el 60% de los negocios independientes no alcanzan el segundo año de vida; es probable que así sea, y desde luego es lamentable.
Todo negocio independiente que alcanzó el éxito lo hizo a base de riñones… los fundadores supervisaban la producción, administraban, distribuían, anunciaban, veían los asuntos contables y legales; literalmente todo.
Hoy las cosas no son iguales. La competencia y las exigencias industriales de nuestros tiempos obligan a contar con mayores habilidades. Para crecer no hay muchas salidas: o se crece con recursos propios, o vía sociedad, o con crédito. A partir de los años 90 también se crece utilizando la figura de la franquicia, que ofrece al emprendedor múltiples ventajas, entre otras: fortalecimiento de la marca, baja inversión en la expansión, control del canal de distribución, estandarización de la calidad, operación y servicio.
Ser dueño de su propio negocio ha sido el sueño de muchos, y la franquicia pone al alcance de la mano hacer este sueño realidad. Así como esta figura ofrece ventajas para quien se convierte en franquiciante, también las tiene para quien será franquiciatario, por ejemplo: reducción de riesgos y de la curva de aprendizaje, capacitación continua, asesoría permanente, programas de promoción y publicidad, y el sentido de pertenencia a una red de franquiciatarios.
En conclusión, con empresarios más preparados, indiscutiblemente las franquicias serán siempre una alternativa para crecer, dominar mercados y permitir a muchos emprendedores convertirse en dueños de su propio negocio.
Juan Manuel Gallástegui
Presidente
Gallástegui Armella Franquicias
