Siempre enfocados en crear experiencias de aprendizaje mediante dinámicas que ayudan al desarrollo de la personalidad, independencia, liderazgo, confianza, trabajo en equipo y, sobre todo, el descubrimiento de habilidades en nuestros acampadores.
1963: todo inicia con mi padre, uno de los fundadores de la Asociación Mexicana de Campamentos. Él incursionó en México con este tema; cuando creces en medio de la naturaleza y tienes el juego como aprendizaje, quieres dedicarte a ello toda tu vida.
2001: mi esposo, mis tres hijas y yo vivíamos de organizar campamentos con el nombre de Ícaros. Mi esposo, visionario incansable, adquirió un terreno de 2,500 m2 en la ciudad de León, Guanajuato. El espacio se destinaría originalmente para bodas, pero yo lo visualizaba para organizar talleres familiares de un día. Fue cuando me puse a desarrollar manuales de todas las actividades que inventé.
2008: no nos dábamos abasto, cada fin de semana teníamos a más de 100 personas jugando, riendo, bailando y llorando con nuestra metodología; eso provocó que en dos meses llenáramos nuestra agenda. Todos los fines de semana del año trabajamos sin parar.
En ese pequeño terreno fuimos construyendo comedor, baños, alberca, palapa y nuestras primeras cabañas de madera, para poder albergar a 30 personas. Aunque teníamos mucha competencia —había 11 marcas de campamentos en León—, cuando vimos la respuesta afirmativa de los colegios, decidimos hipotecar nuestra casa para comprar más terreno.
Lo hicimos porque sabíamos el buen negocio que es, y con esa certeza adquirimos los terrenos adyacentes. Hoy es un complejo de 1 hectárea con 18 cabañas estilo canadiense, una aldea de seis tipis réplica de los indios canadienses Mohawk, y mucho más.
Lo hicimos temático pues reconocemos el éxito de Disney y sus conceptos temáticos. Diseñamos tres conceptos: piratas, viejo oeste y medieval.
Es increíble ver a las empresas disfrutando de estas actividades, disfrazándose y riéndose como niños.
2009: fue el momento de independizarnos y crear nuestra propia marca. Le propuse a mi padre que todos fuéramos Ícaros y lo hiciéramos tan grande que lo lleváramos a otros países
Él, con sus casi 80 años y un largo y exitoso trayecto profesional, dijo estar cansado y prefirió que surgiera un nuevo proyecto. Fue entonces que inventé el nombre de “Kukaponga” y su significado: “guerrero invencible”.
El secreto de nuestro crecimiento fue que mis tres hijas siempre estuvieron en el negocio y lo expandieron gracias a su inteligencia, y mi esposo es un extraordinario
vendedor.
Yo era feliz estaba en la cima del mundo, trabajando en algo que me apasionaba.
2010: el tema de las franquicias surgió cuando conocidos veían nuestro éxito, y empezaron a decir que querían llevarse ese mismo modelo de negocio a Guadalajara, Australia, Canadá; querían que les vendiéramos una franquicia.
Nos abrieron la mente, empezamos a movernos y en menos de un mes estábamos desarrollando nuestra franquicia (Despacho Andrade Nava Franchising). En este año mi hermano falleció en un accidente y, tras la pena, me di cuenta de que se llevó a la tumba muchas estrategias y no dejó manuales.
Yo quise empezar el modelo de franquicias por el lado humanístico, quería que lo que había inventado le llegara a todo el mundo, aunque yo muriera como mi hermano.
Por otra parte, mi esposo, el lado comercial de la empresa, se inspiró en el juego Cash Flow de Robert Kiyosaqui: dejar de trabajar el día de mañana para que lo que hiciste te deje regalías. Así fue el inicio de esta gran aventura.
Entendimos que cualquier persona que le guste el eco-turismo, el entretenimiento o la educación experiencial tiene el perfil para tener su propia franquicia de Kukaponga.
2015: viví un difícil momento personal, al ser diagnosticada con cáncer de mama. Pero eso me hizo más fuerte y desde mi sillón, durante mi tratamiento de quimioterapias, reestructuré manuales y cambiamos imagen corporativa.
2016: Kukaponga fue un proyecto en el que Alcázar & Compañía nos ayudaron a mejorar procesos y reestructurarnos para lanzarnos a vender al extranjero.
Con gran orgullo puedo decir que mis hijas crecieron la marca exponencialmente, ya que ellas se dedican a la venta de las franquicias. Paola, mi hija mayor, colocó franquicias en Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú y Chile.
La marca también se ha promovido en España, Puerto Rico, El Salvador y Argentina. Hicimos alianzas en Londres y China.
2019: otro punto de quiebre: me detectan un tumor maligno en el cerebro. Y nuevamente eso me impulsó a dejar nuestra marca en más países para que todos sean Kukapongos y vivan esa transformación personal por medio del juego y la motivación.
Me encanta saber que la gente no sale feliz de Kukaponga por mí, sino por la metodología; y eso me hace saber que todo ser humano puede tener el mismo éxito que otro, siempre y cuando ese otro le revele el gran secreto de su éxito, su conocimiento, y mientras tenga aptitud y actitud, éste tendrá el mismo éxito o mejor; eso se llama franquicia.
2020: en esta época de la pandemia hubo otro reto más para Kukaponga, los campamentos en general se detuvieron, pero no se cancelaron; todas las fechas se pospusieron.
Así que gracias al modelo de negocio —todo se paga por adelantado—, no se perdió en tema económico; al contrario, lo vemos como una oportunidad ya que toda la gente quiere regresar a disfrutar de la naturaleza y de la convivencia sana, lejos de la tecnología y en compañía de su compañeros y amigos.
Una oportunidad durante la pandemia ya que muchos inversionistas que fueron despedidos y liquidados obtuvieron su franquicia y a un precio espectacular.
Hoy en día a nivel mundial no existe ninguna otra franquicia de campamentos, así que seguimos siendo los únicos. Nosotros tenemos 3 en 1: franquicia de eventos escolares, franquicia de eventos empresariales y la franquicia de los viajes académicos al extranjero.